Ese día la chica se levantó sin ganas de
levantarse, sin ganas de bañarse, sin ganas de tomar desayuno, sin ganas de
vestirse sin ganas de ir a tomar la micro y sin ganas de llegar a su trabajo. Hizo su trabajo sin ganas, y camino al paradero a tomar la micro que la
llevaría devuelta a su casa sin ganas. En mitad de la cuadra donde caminaba sin
ganas se topó con una melodía que tocaba un músico callejero, se paro sin ganas
a escucharlo, le dio una moneda sin ganas que el músico agradeció con una
sonrisa. Y la chica siguió su camino hasta el paradero, tomo la micro, llegó a
su casa, tomo once, se puso su pijama y cuando estaba frente al espejo se
descubrió una sonrisa en su rostro, que tenía ganas de sonreír, se comió una naranja
con ganas antes de acostarse y se durmió con una sonrisa en su rostro que
soñaba con aquella melodía del cantante callejero.
11 ago 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario